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Modelos para cartas


En esta página les ofrecemos algunos fragmentos del libro "Modelos para cartas" de Rafael Diez de la Cortina. La primera edición de esta obra vió la luz pública en 1899 y tengo la 26a. edición del 1908.

Se trata de una obra en la cual el autor publica una gran cantidad de cartas y reglas de comportamiento sobre los más variados temas, una especie de "manual" de formas y conductas para desenvolverse en sociedad.

Nos pareció un testimonio interesantísimo de las costumbres y las normas sociales en el siglo XIX y principios del XX, visto desde el XXI.

Versión inglesa


Cartas - VersiÓn EspaÑola


Al Sr. Juan Vázquez de Mella:
".....joven aún, pero ya polemista notable, elocuentisimo orador, profundo erudito, inteligencia extraordinaria, se ha dignado honrar y enriquecer este trabajo mío...."
Y al Sr. A. Taltavull:
".....por la valiosa cooperación que me ha prestado en la realización de esta obra...."

Vásquez de Mella responde:
".....En el vasto continente americano hay dos lenguas que se reparten casi sus dominios, y desde luego imperan como soberanos: la castellana y la inglesa. Ponerlas en relación, estudiar sus correspondencias y hacer que los mismos labios reciten las estrofas de Calderón y de Lord Byron, es como unir dos almas, asociar dos civilizaciones y sorprender aquella oculta lazada espiritual que une, por misteriosa manera, caracteres e índoles tan diferentes como el sajón y el español..."

Modo de escribir
"Exprésense las ideas en lenguaje sencillo y en letra legible, clara y bien trazada. Nunca se ha de escribir aprisa ni descuidadamente; léase la carta antes de enviarla, y caso de haberse escrito más de una, póngase cuidado en no equivocar los sobres al cerrarlas. La puntuación del escrito debe merecer atención especial.

La forma y tamaño del papel y sobre que se empleen no son de tanta importancia como la calidad. Uno y otro prefiéranse blancos, de buen cuerpo y sin ribetes de color, excepto en casos de luto, que la orilla es negra.

No obstante lo dicho, para cartas amorosas empléase regularmente papel de cuarto menor y sobres de forma cuadrada. Es uso muy frecuente escribir en la primera, tercera y cuarta cara del pliego, dejando la segunda en blanco.

En cartas familiares la dirección del que escribe se graba hoy día al frente del pliego, con preferencia a otros adornos. Prescíndase de toda ostentación en el papel y en el sobre.

Respecto al tamaño del papel y sobres empleados en las cartas de comercio, el uso permite mayor latitud; la hoja suelta va tomando el lugar del pliego de cuatro caras. El nombre de la razón social se estampa al frente y también en los sobres; éstos son de color blanco, amarillo o azul.

Las principales casas de comercio no escriben ya a mano su correspondencia, sino a máquina, con tipo como el de imprenta, con lo cual se economiza espacio y el escrito gana en apariencia."

Cartas comerciales
"Suspensión de una casa":

"Muy señores ntros.
Por tantos años nos han ayudado ustedes en nuestros negocios con tanta liberalidad y amistad, que nos es doblemente doloroso tener hoy que comunicarles la noticia, indudablemente inesperada, de nuestra insolvencia. Ya les había informado de las pérdidas considerables que sufrimos el año pasado con la quiebra del banco de esta localidad, que casi agotó nuestros fondos depositados en él, y ahora debemos poner en su conocimiento que hemos sido víctimas de una estafa de nuestro tenedor de libros, importante veinte mil duros, la cual nos ha dejado arruinados por el presente.

En estas circunstancias tenemos que solicitar la simpatía de nuestros amigos en el comercio, y esperamos que ustedes no nos privarán de la suya. Está en su mano el mejorar considerablemente nuestra situación, si, después de convencerse de la exactitud de la hoja de balance incluida, consienten en nuestra proposición de pagar 15 por ciento a nuestros acreedores.
Quedamos de ustedes,
Afmos. y seguros servidores,
G. Navarro y Vizcaino."

Tarjetas y visitas:
"Las tarjetas de visita de los caballeros deberán ser de pequeño tamaño, y de mediano de las señoras. No es moda que los nombres de marido y mujer figuren en una misma tarjeta.

Las solteras deberán tener sus nombres debajo de los de sus madres.

Es costumbre poner la dirección de la casa en la esquina derecha inferior de la tarjeta, y no lo es ya el doblar ésta al visitar.

Las horas de visita son entre tres y seis de la tarde.

Al llegar un extraño a una ciudad es visitado primeramente. No se considera de buen tono invitar a gente a la casa de uno antes de haberles dejado tarjetas en la suya.

Respecto al número de tarjetas requeridos para toda visita, lo siguiente es la costumbre: cuando una señora casada visita a otra también casada, deja en su casa una tarjeta suya y dos de su marido.

Si la señora a quien se visita tiene una hija presentada en sociedad, la visitante deja dos tarjetas suyas y tres de su esposo.

Ninguna señora deja su tarjeta al visitar a un caballero, sino la de su marido y una de un hijo, si le parece bien.

Una señorita deja la tarjeta de su madre cuando ésta es un inválido o una anciana, cuyo acto es considerado como si aquella hiciese la visita en persona.

Al hacer una señora visitas de carácter formal, no necesita preguntar en la casa por aquella a quien visita, a menos que no quiera personalmente devolverla algún acto de cortesía.

Un caballero que ha recibido atenciones, al hacer después la correspondiente visita, dejará tarjetas para cada una de las señoras de la casa y una para el caballero que represente la cabeza de la familia.

Un joven no debe dejar su tarjeta para una señorita sin acompañar otra para su madre.

Cuando un caballero visita a una señora en una casa donde ésta esté de huésped, enviará una tarjeta a la señora de la casa aunque no fuese conocido suyo.

Se llevan tarjetas en persona al tener noticia de la enfermedad o muerte de un amigo o de otra desgracia que es objeto de las simpatías de la sociedad.

Tratándose de una defunción las tarjetas se dejan antes de que cumpla un mes de haber ocurrido.
Déjese una tarjeta en la antesala cuando se va a una recepción o té de la tarde, pues con ello la señora de la casa tiene presente a quién debe una visita.

Estas se devolverán en un período de siete días a lo más o inmediatamente si se hubiese recibido invitación para asistir a alguna reunión."

Presentaciones
"Un caballero no debe saludar nunca a una señora al encontrarla por primera vez después de una presentación, hasta que ella no le haga una indicación de haberle reconocido. Señoras y caballeros no deben darse la mano en el momento de ser presentados. Una inclinación de cabeza es suficiente confirmación del conocimiento. Esta regla no obliga tratándose de personas del mismo sexo.

Un anfitrión, al presentar a sus convidados, no demostrará tener conocimiento de enemistad que pueda existir entre algunos de ellos, y éstos deberán olvidar aquella, cuando menos mientras duran las atenciones de que son objeto."

Etiqueta en los bailes
"Es costumbre que el caballero comprometa de antemano a su pareja para el cotillón, por ejemplo, antes de la noche en que ha de darse el baile, y que le envíe un ramo de flores, con una tarjeta bajo sobre.

La moda de llevar ramilletes a los bailes va desapareciendo rápidamente a causa de la rivalidad a que ello ha dado lugar."

Promesa de casamiento
"Cuando un caballero cree que el estado a que han llegado sus relaciones con una joven justifica el pedir su mano en casamiento, considérase más varonil y caballeroso hacer la petición verbalmente que por escrito."

Cartas de familia y de amistad
Un amigo pide un favor a otro:

"No te sorprenda que vuelva de nuevo a importunarte para que vengas en mi ayuda en esta hora de prueba que me tiene fuera de mí. Falto de recursos para hacer frente a obligaciones apremiantes, no sé que haría si no contase con amigos que antes de ahora y en circunstancias análogas me han dado pruebas de su estima. Necesito algunos fondos; cincuenta duros me sacarán de apuros. Si tu confianza en mí sigue siendo tan inquebrantable y puedes disponer de esa cantidad, créeme que estará muy agradecido tu buen amigo."


EpÍstolas Españolas

1. Abd-el-Kader
De Abd-el-Kader, dirigida a una joven, durante su permanencia en París, que damos como muestra del precioso estilo oriental apasionado.
Con la carta la envía una magnífica sortija.

"Gloria á tí, ángel de amor y de gracia; que Alá proteja tu juventud y vele sobre tu inocencia. El cielo está en tus ojos, la noche en tu corazón, blanca paloma, más blanca que la yegua árabe: teme al enemigo que acecha a la cabecera de tu cama y codicia tus encantos. La serpiente se desliza arrastrándose sobre tu seno virginal, que manchará con su veneno. Recházala mientras que Alá no bendiga tu unión. Que esta sortija, recuerdo de las únicas alegrías de mi cautiverio, te sirva de talismán. Si algún día te encuentras débil contra las tentativas de la seducción, mírala y dí: 'el amor es una mentira cuando pasa los límites de las leyes humanas; es el paroxismo del deshonor y de la vergüenza.' Sé, pues, casta esposa y santa madre, hija de Alá, y vivirás en la eternidad."

2. Juan de Padilla
Juan de Padilla a María Pacheco, su esposa, antes de marchar al suplicio:

"Señora - Si vuestra pena no me lastimara más que mi muerte, yo me tuviera enteramente por bienaventurado; que, siendo a todos tan cierta, señalado bien hace Dios al que la da tal, aunque sea de muchos plañida y de él recibida en algún servicio.

Quisiera tener más espacio del que tengo para escribiros algunas cosas para vuestro consuelo: ni a mí me lo dan, ni yo querría más dilación en recibir la corona que espero.
Vos, señora, como cuerda, llorad vuestra desdicha, y no mi muerte, pues siendo ella tan justa, de nadie debe de ser llorada.

Mi ánima, pues ya otra cosa no tengo, dejo en vuestras manos; vos, señora, haced con ella como con la cosa que más os quiso.

A Pero López no escribo porque no oso, que aunque fui su hijo en osar perder la vida, no fui su heredero en la ventura.

No quiero más dilatar por no dar pena al verdugo que me espera, y por no dar sospecha que por alargar la vida alargo la carta. Mi criado Sosa, como testigo de vista de lo secreto de mi voluntad, os dirá lo demás que aquí falta, y así quedo dejando esta pena, y esperando el cuchillo de vuestro dolor y de mi descanso.

Villalar a 24 de Abril de 1521. Juan de Padilla."

3. Miguel de Cervantes (1547-1616)
Miguel de Cervantes al Conde de Lemos, dedicándole su última obra en el lecho de muerte.

"Señor - Aquellas coplas antiguas que fueron en su tiempo celebradas, que comienzan: "Puesto ya el pie en el estribo", quisiera yo no vinieran tan a pelo en esta mi epístola, porque casi con las mismas palabras las puedo comenzar diciendo:

Puesto ya el pie en el estribo,
Con las ansias de la muerte,
Gran Señor, ésta te escribo.

Ayer me dieron la Extrema Unción, y hoy escribo ésta. El tiempo es breve, las ansias crecen, las esperanzas menguan, y con todo esto llevo la vida sobre el deseo que tengo de vivir; y quisiera yo ponerle coto hasta besar los pies de V. E., que podría ser fuese tanto el contento de ver a V.E. bueno en España, que me volviese a dar la vida. Pero, si está decretado que la haya de perder, cúmplase la voluntad de los cielos; y por lo menos sepa V. E. este mi deseo, y sepa que tuvo en mí un tan aficionado criado de servirle, que quiso pasar aún más allá de la muerte mostrando su intención.

Con todo esto, como en profecía, me alegro de la llegada de V. E.; regocíjome de verle señalar con el dedo, y realégrome de que salieron verdaderas mis esperanzas dilatadas en la fama de las bondades de V. E.

Todavía me quedan en el alma ciertas reliquias y asomos de las Semanas del Jardín y del famoso Bernardo. Si a dicha, por buena ventura mía, que ya no sería sino milagro, me diere el cielo vida, las verá, y con ellas el fin de la Galatea, de quien sé está aficionado V. E., y con estas obras continuado mi deseo.
Guarde Dios a V. E. como puede.

Miguel de Cervantes Saavedra.
De Madrid a 19 de Abril de 1616."

4. La Princesa de las Ursinos
La Princesa de los Ursinos a la Mariscala de Noailles, dándole cuenta de las incómodas funciones de su cargo como camarera mayor de la reina.

"Señora mía - En qué cargo me hallo metida, santo Dios! No tengo ni un instante de reposo, ni aún tiempo para hablar con mi secretario. Inútil es pensar en descansar después da la comida de SS. MM., ni comer cuando tenga gana.

A mucha dicho si puedo tomar un mal bocado, y aún así raro es que no me llamen en el momento de sentarme a la mesa. En verdad, cuánto no reiría madama de Maintenon si supiera todos los pormenores de mi cargo!

Decidle, os ruego, que soy yo quien tengo el honor de recoger la bata de S. M. Felipe V, rey de España, a la hora de irse a la cama, y dársela, junto con las babuchas, al levantarse. Y aún esto lo llevaría yo en paciencia si no fuera porque todas las noches al entrar el Rey en el cuarto de la Reina para acostarse, viene el Conde de Benavente y me hace entrega de la espada de S. M., de una escupidera y un velón, que vierto casi siempre sobre mi falda. ¡Oh! todo esto es harto grotesco.

Su Majestad se acostumbra tanto a que yo le sirva, que algunas veces tiene la bondad de hacerme llamar dos horas antes de lo que yo tendría gusto en levantarme. La Reina toma también parte en estas chanzas; y sin embargo, aún no he conseguido de ella la confianza que tenía con sus camaristas piamontesas. Esto me asombra, porque la sirvo mejor, y estoy segura de que ellas no la descalzarían ni lavarían los pies con igual prontitud que yo.

Princesa de las Ursinos.
Madrid, 12 de Noviembre de 1701."


EpÍstolas Inglesas

1. Oliver Cromwell (1599-1658)
Oliver Cromwell a su hijo H. Cromwell.

"Hijo - He visto vuestra carta al señor secretario Thurloe, y encuentro por ella que estáis muy receloso de la conducta de algunas personas hacia vos y los negocios públicos. Yo sí creo que quizás haya algunas personas en particular que no estén muy contentas con el presente estado de cosas, y que pueden demostrar su descontento cuando tengan oportunidad; pero dejéis que esto haga gran impresión en vos. Tiempo y paciencia pueden traeros a un mejor estado de espíritu y hacerles ver lo que al presente les está oculto, especialmente si observan vuestra moderación y amor hacia ellos mientras que por su parte se encuentran en otros predicamentos hacia vos; lo que vehementemente deseo que estudiéis, poniendo en ello el mayor empeño, de lo cual depende el que ambos, vos y yo, igualmente tengamos ayuda en todo lo que el porvenir y el evento puedan traer.

De lo que escribís de más patrocinio, hace mucho tiempo que lo procuro, y no dejaré de mandaros alguna adición para el Concilio tan pronto como encuentre hombres que sean a propósito para esa confianza. Estoy también pensando en enviaros una persona apta, que pueda mandar el Norte de Irlanda, que está en gran necesidad de una; y soy de vuestra opinión en lo de que Trevor y el coronel Mervin son personas muy peligrosas, y que pueden ponerse a la cabeza de una nueva rebelión; así pues, tendré que mudar el Concilio para que ellos estén seguramente colocados, y mientras más distante de su propio país será mejor.

Os encomiendo al Señor y quedo vuestro afectuoso padre.
21 de noviembre de 1655."

2. Del Conde de Oxford al Sr. Pope
"Muy señor mío - He recibido el paquete, que solo gran placencia podría haberme producido al ver que guardáis en la memoria el recuerdo de un antiguo amigo; que es muy grato ser recordado por aquellos a quienes se tiene en gran estimación. Pero cuanta vergüenza experimenté al leer los hermosos versos incluidos! Mi conciencia me argüía de cuánto distaba de ser como vuestra gran amistad y vuestra delicada pluma me describían. Me pedís mi consentimiento para publicarlos. Ciertamente, yo traigo a mi recuerdo aquellas noches tan agradables y tan útilmente empleadas en compañía de Mr. Pope, Mr. Parnelle, el Deán Swift, el Doctor, etc., y me satisfaría mucho que el mundo supiera que me admitíais entre vosotros como amigo; y puesto que vuestro afecto es tan grande que le hace prescindir de vuestro juicio, a mí me alegra que el mundo entero sepa cuan bien ha escrito Mr. Pope sobre un asunto tan árido. Os devuelvo una copia exacta de los versos; dejadme conservar el original como testimonio del único error de que sois culpable. Espero abrazaros muy pronto en Londres, y aseguraros el esencial afecto y la amistad que os profesa vuestro, etc."

3. El Conde de Essex a la Reina Elizabeth.
"De una mente deleitada en pesares; de un espíritu consumido por la pasión; de un corazón destrozado por desasosiegos, aflicciones y vaivenes; de un hombre que se aborrece a sí mismo y a todo lo que le da vida, que servicio puede esperar Vuestra Majestad, puesto que sus servicios pasados solo fueron dignos de castigo o proscripción allá en lo más maldecido de todos los demás países? No, no, el orgullo y los éxitos de vuestros rebeldes son los que deben darme salida para el rescate de mi vida, fuera de esta horrible prisión de mi repugnante cuerpo; lo cual, si aconteciese así, V. M. no tendría motivo para disgustarse por el modo de mi muerte, puesto que el curso de mi vida nunca pudo agradaros.
El desterrado sirviente de V. M."

4. Alexander Pope (1688-1744)
Del Sr. Pope al caballero H. Cromwell.

"Mayo 10, 1708.
Habláis de fama y de gloria y de los grandes hombres de la antigüedad: decidme, os ruego, qué son vuestros grandes hombres muertos sino tantas pequeñas letras subsistentes? Qué grande recompensa hay aquí para tanta tinta usada por escritores y para toda la sangre derramada por los príncipes? Allá en la época antigua hubo un Severo, emperador romano. Me atrevo a deciros que nunca le llamasteis por otro nombre en vuestra vida, y, no obstante, en sus días fue llamado Lucio, Septimio, Bio, Pertinaz, Augusto, Severo, Pártico, Adiabénico, Arabico, Maximo y que sé yo! Qué prodigioso desperdicio de letras ha hecho el tiempo! Qué número de ellas han caído y han dejado a las siete pobres supervivientes desatendidas! Por mi parte, cuatro son las que he de cuidar; y sin embargo, juzgadme vos: podría algún otro hombre vivir en menos espacio? No importa, para el futuro, ahogaré todo alto pensamiento en los vapores del vino primaveral; la fama, el renombre, la reputación guardadlas críticos! Si yo alguna vez buscase inmortalidad aquí, que sea condenado, por más que no hay mucho peligro que sea condenado un poeta:

Condenación sigue a la muerte en otros hombres,
Pero el poeta condenado vive y escribe otra vez."

5. Del caballero James Howell a la muy honorable Lady Elizabeth Digby
"Westminster, agosto 5.

Señora - No es una comparación inexacta la de que un corazón agradecido es como una caja de oloroso ungüento, que conserva el aroma hasta mucho después que aquél se ha consumido. Sin vanidad puedo decirlo, Señora, tal es mi corazón para con vos, y tales son vuestros favores para conmigo: el intenso aromático perfume que ellos llevan en sí, se difunde a través de todas las venas de mi corazón, especialmente por el ventrículo izquierdo en el que yace la sangre más noble y más pura: así es que su perfume permanece fresco dentro de mí, y permanecerá mientras ese triángulo de carne se dilate y se contraiga en el interior de mi pecho. Y no se detiene aquí; sino que de la misma manera que todos los aromas tienden a elevarse, de ese mismo modo ha ascendido a mi cerebro y suavizado todas sus células, muy particularmente la memoria, que puede decirse es una especie de gabinete para conservar finezas; que si el corazón es la caja del amor, la memoria es la caja de los recuerdos: el uno puede llamarse la fuente de donde fluyen los sentimientos de gratitud, y la otra el depósito en que se guardan. Pero, dirá vuestra señoría, esas solo son palabras: lo confieso, esto no es más que una manifestación verbal; mas, Señora, si yo fuera bastante feliz para que se me ofreciera una oportunidad, bien pronto hallarías estas palabras tornadas en hechos, y me veríais ir, correr, volar a vuestros mandatos. Esperando una ocasión favorable, quedo, Señora, vuestro más humilde y esclavizado servidor."

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